El recurso de matar al falso dios
CRÍTICA LITERARIA
Blade Runner - ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Philip K. Dick
Traductor: César Terrón
Editorial: Booket (Madrid, España)
272 págs.
Novela de ciencia ficción: El oscuro imaginario del autor, proyecta un futuro entre penumbras
El recurso de matar al falso dios
  En las obras dramáticas de la antigüedad, representadas en los teatros, cuando el protagonista debía salir de algún problema sin solución aparente, se recurría al deus ex machina o “dios máquina”, en su traducción literal del latín, que no significaba otra cosa que un actor person
ificando a un dios colgado de un arnés con poleas para simular su aparición de descenso celestial. El cual con sus poderes provocaba un milagro salvador a último momento. El público no solo estaba acostumbrado a ese tipo de conclusiones, sino que hasta permanecía a la expectativa de un suceso de esas características y la posible ausencia del mismo podía significar una decepción, dado que la continua reminiscencia a obras de existencia previa era un recurso habitual, aceptado y hasta deseado mucho antes de que pasara a serlo la sorpresa. La complicidad implícita con el público, desarrollada acorde al contexto histórico, siempre fue un precepto básico para la elaboración de una obra de ficción.
   La obra que ahora nos ocupa es la titulada ¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas? del autor estadounidense Philip K. Dick. Publicada por primera vez en 1968 y adaptada en 1982 a versión cinematográfica con el nombre cambiado por el de Blade Runner (Guadaña Segadora) en clara alusión descalificadora, dentro de su contexto de ficción, hacia la vida concebida a partir de la inteligencia artificial. Esto se debe a que la profesión del personaje principal se trata precisamente de “segar” (término que reemplaza coloquialmente a “matar”) a los androides evasores de la ley. La película está dirigida por el británico Ridley Scott y cuenta con la actuación de Harrison Ford en el papel estelar del detective Rick Deckard. Esta reedición de la obra, realizada en el 2012 por el sello Booket del Grupo Planeta, se adapta en un camino inverso acompañando al éxito comercial del film que se reestrenó hace algunos años con el final original filmado, muy diferente al que se vio oficialmente en las salas de cine y mucho más fiel a la novela primigenia. Esto propició las condiciones para que dicha película tuviera su secuela hace un par de años. Esta presentación del libro incluye en la portada imágenes relacionadas al estilo neo noir de la estética de culto del film además de compartir la modificación de su título. El prólogo está a cargo del director español de cine fantástico, Nacho Vigalondo, de no muy extensa trayectoria, pero en constante ascenso dentro del género. Vigalondo hace un profundo y emotivo análisis acerca de cómo esta novela influenció su propia carrera profesional. 
  Considerada un ejemplo de la ciencia ficción distópica o cyberpunk, la novela en cuestión es pionera en la interpretación opuesta a la representación de que los avances científicos ineludiblemente le brindarán a la humanidad un futuro más próspero. En este caso, el futuro (casualmente ambientado en nuestro año actual, 2019) se halla dominado por los monopolios corporativos tecnológicos, quienes son capaces hasta de crear a un dios construido materialmente, pero al punto de convencer al pueblo de que su existencia es sobrenatural y de gestar una creencia para controlar a las masas. También es un ejemplo del personaje anti-heroico: no se siente del todo a gusto con la monotonía de su vida pero se halla acostumbrado a ella, no busca necesariamente aventurarse a un cambio sino que es el cambio el que llega a él y se ve forzado a adaptarse para enfrentarlo.
   La historia nos ubica en un mundo de habitual convivencia con las replicaciones sintéticas de organismos animales y humanoides o androides. En su incesante rutina, uno de los máximos logros del mencionado detective fue la adquisición de una oveja eléctrica como mascota y su mayor aspiración radica en su capacidad de ahorro económico para poder comprarse una oveja de origen natural y reemplazar a la sintética. Con el correr de los capítulos, el personaje comienza a sospechar acerca de si la inteligencia artificial de los androides no sería capaz de desarrollarse al nivel de propiciarles sentimientos y emociones y cederles la oportunidad de tener comportamientos netamente humanos.
  Al avanzar en la lectura, uno se plantea hasta dónde pesa la inconsciencia y la casualidad en la complicidad con el autor. Sobre todo, al llegar al punto más álgido al respecto, donde el propio personaje principal empieza a dudar de si él mismo es un humano o un androide y el recurso que utiliza el autor es el de replantearse la existencia misma de la creencia impuesta oficialmente. El detective no sabe hasta dónde seguir considerando un ser superior a su “dios” ni hasta dónde él mismo es superior a otros individuos. La manera en que el autor lo describe, a través de la visión y la interpretación del personaje, logra que el lector empatice con él de la misma manera que él empieza a empatizar con los androides. 
   Así como con el correr de los tiempos el recurso de matar al “dios máquina”, suprimiéndolo de cualquier narración para evitar caer en presupuestos, significó continuar con la consideración y el respeto que el lector merece. La muerte de ésta mecanizada y sistémica deidad ficcional, consecuente del desarrollo psicológico del personaje, conduce a que el propio lector se asombre y descubra las pistas de la situación junto con él hasta llegar a la resolución final plagada de críticas al modelo sociopolítico imperante y sus conjeturas posibles a raíz de la mantención forzosa del mismo.
  Datos básicos sobre el autor: Philip K. Dick (Chicago, 1928 – Santa Ana, California, 1982) sin terminar sus estudios universitarios, su imaginación se abrió paso entre palabras y textos, comenzando a escribir en 1952. Concibió un mundo que se apoderó de un público de culto, ávidos de historias tan imaginarias como metafóricas respecto al despojo de rumbo fijo de la llamada “Generación X”. Su temprano deceso se produjo sin poder llegar a ver plasmada su más importante novela al cine aunque sí pudo ver algunas escenas filmadas que contaron con su consentimiento de aproximación estética a su prolífica creación de relatos, entre los cuales se cuentan un total de treinta y seis novelas y cinco colecciones de cuentos, varios de ellos también adaptados al séptimo arte, como Total Recall, The Paycheck y Minority Report. 
Nico Mobilia


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